miércoles, 20 de junio de 2012

"El Campo"


Las partículas mas pequeñas de la materia, ni siquiera son materia tal como la conocemos, ni siquiera son algo establecido. A veces son una cosa y a veces otra muy diferente y a menudo varias cosas a la vez.

Estas partículas subatómicas no tienen sentido por si mismas aisladas unas de otras, tan solo en relación con todo lo demás. Al nivel fundamental, la materia no puede ser dividida en pequeñas unidades autocontenidas sino que es completamente indivisible. Las cosas que estuvieron alguna vez en contacto, siguen estando en contacto a lo largo del espacio y del tiempo.

El espacio y el tiempo no existen tal como lo conocemos, todo lo que aparece, hasta donde el ojo puede ver, es el gran paisaje del aquí y ahora. 
Lynne Mctaggart en “El campo”

lunes, 4 de junio de 2012

Empezar el día sacando


Empezar el día sacando

de  http://homominimus.com/

En tenis  no es lo mismo tener el servicio y sacar,  que recibir. Las probabilidades de llevarse el punto disminuyen si no tienes el servicio.
Hay una gran diferencia entre empezar el día a merced de los sucesos, y empezar el día tomando la iniciativa. Las probabilidades de hacer lo esencial y llevarte el punto se reducen incluso más que en el caso del tenis.
Si empiezas el día mirando la correspondencia,  viendo las noticias, respondiendo a un e-mail, etc, estás cediendo la iniciativa a las circunstancias y es muy probable que termines haciendo tareas no esenciales.
El antídoto consiste en comenzar el día eligiendo aquella tarea más importante del día, la que te acerca más a tus metas a largo plazo, y ejecutarla. Después de ello, con la satisfacción del trabajo importante  hecho, puedes tomarte un descanso, iniciar la siguiente tarea importante del día o ocuparte de tareas de mantenimiento, rutinarias y más secundarias.

lunes, 21 de mayo de 2012

PENSAMIENTO DE GANDHI "

Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna... no me quites la razón
Si me das éxito... no me quites la humildad.

Si me das humildad... no me quites la dignidad
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, 


no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito.. déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y
 si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor.....si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí !
Mahatma Gandhi.

Declaración de Alfred Binet


He comprobado con frecuencia y con profunda pena, que existe una prevención frecuente contra la educabilidad de la inteligencia. El proverbio de familia que dice que “cuando uno es bestia lo es para mucho tiempo” parece tomarse al píe de la letra por maestros sin critica; estos se desinteresan de los alumnos a quienes falta inteligencia; no tienen para ellos ni simpatía ni respeto, su intemperancia del lenguaje les hace decir delante de tales niños cosas como esta “es un muchacho que nunca servirá para nada… está mal dotado… no tiene inteligencia” yo he oído muchas veces estas palabras imprudentes. Cotidianamente se repiten en las escuelas de primaria y también de secundaria. Recuerdo que en mi examen del bachillerato de letras, el examinador Martha, indignado por una de mis respuestas…me declaro que no tendría nunca el espíritu filosófico ¡nunca!, ¡que palabra más atrevida!. Algunos filósofos recientes parecen haber dado su apoyo moral a estos veredictos deplorables, afirmando que la inteligencia de un individuo es una cantidad fija, una cantidad que no puede aumentar.
Debemos protestar y reobrar contra ese pesimismo brutal; vamos a demostrar que no se funda en nada.
                                                                       Alfred Binet -1909 -

lunes, 9 de abril de 2012

Un regalo al azar: Jose Maria Doria

Jose Mª Doria, nos regala en su web una frases y meditaciones que pueden inspirarnos a un pensamiento diferente, superior. Algunas contenidas en su libro" Inteligencia del alma" son sin duda una buena manera de empezar o acabar el dia.

domingo, 8 de abril de 2012

Vive.- Charles Chaplin


¡¡Vive!!

Charles Chaplin

"Ya perdoné errores casi imperdonables.
Trate de sustituir personas insustituibles,
de olvidar personas inolvidables.
Ya hice cosas por impulso.
Ya me decepcioné con algunas personas,
mas también yo decepcioné a alguien.

Ya abracé para proteger.
Ya me reí cuando no podía.
Ya hice amigos eternos.
Ya amé y fui amado pero también fui rechazado.
Ya fui amado y no supe amar.
Ya grité y salté de felicidad.
Ya viví de amor e hice juramentos eternos,
pero también los he roto y muchos.

Ya lloré escuchando música y viendo fotos.
Ya llamé sólo para escuchar una voz.
Ya me enamoré por una sonrisa.
Ya pensé que iba a morir de tanta nostalgia y...

Tuve miedo de perder a alguien especial
y termine perdiéndolo
¡¡pero sobreviví!!
¡¡Y todavía vivo!!
No paso por la vida.
Y tú tampoco deberías sólo pasar...

¡¡¡VIVE!!!

Bueno es ir a la lucha con determinación
abrazar la vida y vivir con pasión.
Perder con clase y vencer con osadía,
por que el mundo pertenece a quien se atreve
y la vida es mucho más para ser insignificante."

domingo, 1 de abril de 2012

La vida es el arte del encuentro


Facundo Cabral

Como los budistas, se que la palabra no es el hecho. Si digo manzana, no es la maravilla innombrable que enamora el verano. Si digo árbol, apenas me acerco a lo que saben las aves. El caballo siempre fue y será lo que es, sin saber que alguien así lo nombro.
Se que la palabra no es el hecho, pero si se que un día mi padre bajo de la montaña y dijo unas palabras al oído de mi madre. Y la incendio de tal manera que hasta aquí he llegado yo, continuando lo que mi padre comenzó con algunas palabras.

Nacemos para encontrarnos (la vida es el arte del encuentro), encontrarnos para confirmar que la humanidad es una sola familia y que habitamos un país llamado Tierra. Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una perdida de tiempo. Somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad -fuera de la felicidad son todos pretextos- y debemos ser felices también por nuestros hijos, porque no hay nada mejor que recordar padres felices!

Además, el universo siempre esta dispuesto a complacernos, por eso estamos rodeados de buenas noticias. Cada mañana es una buena noticia, cada niño que nace es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos, por eso hay que cuidarse del que no canta porque algo esconde.

Eso lo aprendí de mi madre que fue la primera buena noticia que conocí. Se llamaba Sara, y nunca pudo ser inteligente porque cada vez que estaba por aprender algo, llegaba la felicidad y la distraía.

Ella nunca uso agenda porque solo hacia lo que amaba, y eso se lo recordaba el corazón. Se dedico a vivir y no le quedaba tiempo para hacer otra cosa.

De mi madre también aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo, le puedes decir basta a la mujer (o al hombre) que ya no amas, al trabajo que odias, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida, ahora mismo le puedes decir "basta" al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora mismo.

Caminando comprobé que nos vamos encontrando con el otro, lenta, misteriosa, sensualmente. Porque lo que teje esta red revolucionaria es la poesía. Ella nos lleva de la mano y debajo de la luna, hasta los últimos rincones del mundo, donde nos espera el compinche, uno mas, el que continua la línea que será un circulo que abarcara el planeta. Esta es la revolución fundamental, el revolucionarse constantemente para armonizar con la vida, que es cambio permanente, por eso nos vamos encontrando fatalmente para iluminar cada rincón.

Me he transformado en un hombre libre (como debe ser), es decir que mi vida se ha transformado en una fiesta que vivo.

Que nada te distraiga de ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la mas grande alegría ni sufriste el mas grande dolor. Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el nuevo día. Vive de instante en instante porque eso es la vida. Me costo 57 años llegar hasta aquí, ¿como no gozar y respetar este momento? Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿por que te preocupas tanto?

No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la Tierra. En la tranquilidad hay salud, como plenitud dentro de uno. Perdónate, acéptate, reconócete y amate, recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos, pero no los culpes porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberaras de esas cadenas.

Si estas atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo. Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder esta siempre en el presente porque toda la vida esta en cada instante, pero no digas "no puedo" ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomara en serio y te lo recordara cada vez que lo intentes.

Si quieres recuperar la salud abandona la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades. Perdona a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta.

Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella.

El bien y el mal viven dentro de ti, alimenta más al bien para que sea el vencedor cada vez que tengan que enfrentarse. Lo que llamamos problemas son lecciones, por eso nada de lo que nos sucede es en vano.

No te quejes, recuerda que naciste desnudo, entonces ese pantalón y esa camisa que llevas ya son ganancia. Cuida el presente porque en el vivirás el resto de tu vida. Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser será, y sucederá na

martes, 27 de marzo de 2012

Gratitud: Louie Schwartzberg


Tú piensas que este es solo un día más en tu vida pero no es solo un día más. Este es el único día que se te ha regalado, Hoy.  Te lo han regalado, es un regalo, es el único regalo que tienes ahora y la única respuesta apropiada es la gratitud. Si no haces nada más que cultivar esa respuesta ante el gran regalo que es este único día. Si aprendes a responder como si fuera el primer di a en tu vida y el ultimo día. Entonces habrás vivido ese día muy bien.

Empieza por abrir tus ojos y sorprenderte de tener ojos para poder hacerlo. De esa continua gama de colores que continuamente nos ofrece para nuestra pura satisfacción. Mira el cielo, rara vez vemos el cielo, notamos como cambia a cada momento con las nubes que vienen y van, simplemente pensamos en el clima, pero no pensamos en cuantos tipos de climas existen. Solo pensamos en buen o mal clima.

Este día, este momento, tiene un clima único, de repente un tipo de clima que jamás volverá en la misma forma. La formación de nubes en el cielo jamás será la misma a la de este momento. Abre tus ojos y mira eso, mira los rostros de las personas a tu alrededor. Cada uno de ellos tiene una increíble historia que contar, una historia que nunca podremos entender totalmente. No solo su propia historia sino también la de sus antepasados. Todos tenemos tanto pasado y en este mismo instante en este mismo día, todas las personas que conoces, toda la vida de generaciones y de tantos lugares en todo el mundo fluyen juntos y llegan a ti. Como agua que da vida. Si tan solo abrieras tu corazón y bebieras.

Abre tu corazón al increíble regalo que nos da la civilización, Mueves el interruptor y tiene luz eléctrica; abres el caño y tienes agua caliente y fría y agua potable. Un regalo que millones y millones de personas nunca podrán experimentar. Y estos son solo algunos de una lista inmensa de regalos a los que puedes abrirles tu corazón. Y deseo que abras tú corazón a todas estas bendiciones y sepas compartir.

Que cada persona que conozcas en este día sea bendecido por ti. Solo por tu mirada, por tu sonrisa, por tu sensibilidad, solo por tu presencia. Deja que la gratitud se convierta en bendiciones para los que te rodean.

Y entonces será realmente un buen día, 

viernes, 23 de marzo de 2012

El derecho de soñar



El derecho de Soñar
de Eduardo Galeano

Montevideo.– Vaya uno a saber cómo será el mundo más allá del año 2000. Tenemos una única certeza: si todavía estamos ahí, para entonces ya seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.

Sin embargo, aunque no podemos adivinar el mundo que será,

bien podemos imaginar el que queremos que sea. El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed.

Deliremos, pues, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies:

En las calles, los automóviles serán pisados por los perros.

El aire estará limpio de los venenos de las máquinas, y no tendrá más contaminación que la que emana de los miedos humanos y de las humanas pasiones.

La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el super-mercado, ni será mirada por el televisor.


El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia,  y será tratado como la plancha o el lavarropas.

La gente trabajará para vivir,  en lugar de vivir para trabajar.

En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a hacer el servicio militar,  sino los que quieran hacerlo.

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.

Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.

Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.

El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra por siempre jamás.

Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle.

Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla.

La policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.

Una mujer, negra, será presidente de Brasil y otra mujer, negra, será presidente de los
Estados Unidos de América. Una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú.

En Argentina, las locasde Plaza de Mayo seránun ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las piedras de Moisés. El sexto mandamiento ordenará: "Festejarás el cuerpo". El noveno, que desconfía del deseo, lo declarará sagrado.

La Iglesia también dictará un undécimo mandamiento, que se le había olvidado al Señor:  "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte".

Todos los penitentes serán celebrantes, y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni día que no sea vivido como si fuera el primero.

miércoles, 21 de marzo de 2012

La voz del conocimiento II


Una visita a mi abuelo (final )
Web Dr. Miguel Ruiz

- Mmm lo que me explico mi abuelo tenia lógica y lo comprendí, pero no lo creí, ¿Cómo podía ser que todo el conflicto en el mundo, todas las guerras, la violencia, la injusticia fuera resultado de algo tan simple? Sin lugar a dudas tenia que ser algo mas complicado que aquello.
Mi abuelo prosiguió:

- Miguel todo el drama que sufres en tu vida personal es el resultado de creer en mentiras, principalmente sobre ti. Y la primera mentira que crees es que no eres, no eres tal como deberías ser, no eres lo bastante bueno, no eres perfecto. Nacemos perfectos, crecemos perfectos y nos moriremos perfectos, porque solo existe la perfección. Pero la gran mentira es que no eres perfecto, que nadie es perfecto. De modo que empiezas a buscar una imagen de la perfección que nunca podrás alcanzar. Nunca alcanzaras de ese modo la perfección porque esa imagen es falsa. Es una mentira, pero inviertes tu fe en esa mentira y después construyes una estructura completa de mentiras para sostenerla.

En ese momento no me di cuenta de que mi abuelo me había brindado una gran oportunidad; algo tan sencillo como cobrar conciencia de que todo el drama de mi vida, todo el sufrimiento de mi vida se producía porque creía en mentiras. Aunque quería creer lo que mi abuelo me decía, solo conseguí fingirlo. Era algo tan lógico que le dije:

- OH, si abuelo, tienes razón. Estoy de acuerdo contigo – pero estaba mintiendo. Había demasiadas mentiras en mi cabeza para aceptar algo tan sencillo como la verdad.

Entonces mi abuelo me miro con mucha bondad y me respondió:

- Miguel, veo que estas haciendo un gran esfuerzo para impresionarme, para demostrarme que eres lo bastante bueno para mí. Y sientes la necesidad de hacer esto porque no eres lo bastante bueno para ti mismo.

¡ay! Ahí me pillo. No supe por qué, pero sentí como si me hubiese pillado en una mentira. Nunca, me había dado cuenta de que mi abuelo conocía mis inseguridades, la manera en que me juzgaba a mi mismo y como me rechazaba, la culpa y la vergüenza que sentía. ¿Cómo sabia que estaba fingiendo ser lo que no era?

El abuelo me sonrió de nuevo mientras me dijo:

- Miguel, todo lo que has aprendido en la escuela, todo lo que sabes sobre la vida, es solo conocimiento. ¿Como puedes saber si lo que crees sobre ti mismo es la verdad?

En ese momento reaccione y conteste:

- Claro que conozco la verdad sobre mi mismo. Vivo conmigo cada día.¡Sé lo que soy!
Mi abuelo se rió con ganas ante mi respuesta y me dijo:

- La verdad es que no tienes ni idea de lo que realmente eres, pero sabes lo que no eres. Has estado practicando lo que no eres durante tanto tiempo que realmente te crees que tu imagen es lo que eres. Has invertido tu fe en todas esas mentiras que te crees sobre ti mismo. Es una historia, pero no es la verdad.

- Miguel, lo que te hace poderoso es tu fe. La fe es el poder de la creación que tenemos todos los seres humanos, y no tiene nada que ver con la religión. La fe es el resultado de un acuerdo. Cuando estas de acuerdo en creer en algo sin dudarlo, empleas tu fe. Si no tienes dudas sobre lo que crees, entonces para ti es la verdad, aun cuando tal vez sea realmente una mentira. Tu fe es tan poderosa que si crees que no eres lo bastante bueno ¡entonces no eres lo bastante bueno! Si crees que fracasaras, fracasaras, porque ese es el poder y la magia de tu fe. Como te he dicho antes, sufres porque crees en mentiras. Es así de sencillo. La humanidad es como es porque colectivamente, creemos en muchas mentiras. Los seres humanos hemos cargado con esas mentiras durante miles de años y reaccionamos ante ellas con odio, con enfado, con violencia. Pero no son más que mentiras.

Yo me estaba preguntando entonces ¿Cómo podemos conocer la verdad? Antes de darme tiempo a hacer la pregunta en voz alta, mi abuelo la contesto:

- La verdad necesita ser experimentada. Los seres humanos tenemos la necesidad de describir, de explicar, de expresar lo que percibimos, pero cuando experimentamos la verdad, no existen palabras para describirla. Quienquiera que proclame “esta es la verdad” esta mintiendo incluso sin saberlo. Podemos percibir la verdad con nuestros sentimientos, pero tan pronto como intentamos describirla con palabras la distorsionamos y deja de ser la verdad. ¡Es nuestra historia! Es una proyección que se basa en una realidad que solo es verdadera para nosotros, pero aun así intentamos poner nuestra experiencia en palabras y esto es realmente algo maravilloso. Es el mayor arte de cada ser humano.

El abuelo se dio cuenta de lo que acaba de decir no me había quedado claro

- Miguel, si eres un artista, un pintor, intentas expresar lo que percibes a través de tu arte. Quizás lo que pintes no sea exactamente lo que percibes pero se acerca lo bastante como para recordarte lo que percibes. Bien, imagina que eres muy afortunado y eres amigo de Pablo Picasso. Como Picasso te quiere, decide hacer un retrato tuyo. `Posas para él y tras muchos días finalmente te enseña tu retrato. Dirás “este no soy yo” y Picasso te dirá “claro que eres tú”. Así es como yo te veo”. Para él, esto es verdad, esta expresando lo que esta percibiendo, pero tú dirás “yo no tengo ese aspecto”.

Bien, todos los seres humanos somos iguales a Picasso. Todo ser humano es un cuentista, un narrador de cuentos, lo que significa que todo ser humano es un artista. Lo que Picasso hace con los colores, nosotros lo hacemos con las palabras. Los seres humanos somos testigos de todo lo que pasa en nuestro interior y a nuestro alrededor, y utilizamos las palabras para hacer un retrato de lo que presenciamos. Los seres humanos inventamos historias sobre todas las cosas que percibimos, y del mismo modo que Picasso, distorsionamos la verdad: pero para nosotros, es la verdad. Por supuesto el modo en el que expresamos nuestra distorsión puede ser algo con que otras personas disfruten. El arte de Picasso es muy valorado por muchas personas.

Todos los seres humanos crean su historia con su único punto de vista ¿Por qué hacer el intento de imponer tu historia a otras personas cuando para ellas tu historia no es verdad? Cuando comprendes eso, ya no sientes la necesidad de defender lo que crees. No es importante tener razón o hacer que otras personas estén equivocadas. En lugar de ello, ves que cada persona es un artista, un cuentista. Sabes que cualquier cosa que crean los demás no es más que su punto de vista. No tiene nada que ver contigo.

martes, 20 de marzo de 2012

La voz del conocimiento I


Una Visita a mi abuelo (1ª parte)
Extraído del libro "La voz del conocimiento" de Miguel Ruiz.

Siempre nos llegan oportunidades para percibir la verdad, y mi vida ha estado llena de ellas. Deje pasar muchas de estas oportunidades, pero otras abrieron mis ojos espirituales y posibilitaron la transformación de mi vida.

Una de estas oportunidades se me presento al hacer una visita a mi abuelo cuando era un estudiante adolescente. Mi abuelo era lo que se denomina un viejo nagual, que es como un chaman. Tenia cerca de noventa años, y la gente solía visitarlo solo para aprender, solo para estar cerca de el. Mi abuelo me había estado enseñando desde que era un niño y trabaje duro durante toda mi juventud a fin de ser lo bastante bueno para merecer su respeto.

Esta era una época en la que yo pretendía ser un intelectual, y quería impresionar a mi abuelo con mis opiniones sobre todo lo que estaba aprendiendo en la escuela. Estaba listo para demostrarle a la persona que mas había influido en mi vida cuan inteligente era,¡ buena suerte! Fui a casa de mi abuelo y me recibió como siempre, con una gran sonrisa, con un amor inmenso. Empecé a explicarle mi punto de vista sobre todas las injusticias en el mundo, sobre la pobreza, sobre la violencia, sobre el conflicto entre el bien y lo que llamaba entonces el mal.

Mi abuelo tenía mucha paciencia y escuchaba con mucha atención todo lo que decía. Esto me animo a hablar todavía más solo para impresionarlo. En un momento determinado vi una pequeña sonrisa en su rostro ¡Ay! Sabía que iba a pasar algo. No lo estaba impresionando en absoluto. Pensé “OH se esta burlando de mi”. Advirtió mi reacción y me miro directamente a los ojos.

- Bueno miguel, has aprendido unas teorías muy buenas – dijo – pero solo son teorías. Todo lo que me has explicado no es más que una historia. Eso no significa que sea verdad.

Esto me hizo sentir un poco mal, por supuesto. De inmediato me lo tome como algo personal e intente defender mi punto de vista. Pero era demasiado tarde porque entonces mi abuelo empezó a hablar. Me miro con una gran sonrisa y dijo:

- Sabes, en todo el mundo la mayor parte de la gente cree que existe un gran conflicto entre el bien y el mal. Bien, esto no es verdad. Es cierto que existe un conflicto, pero este solo esta en la mente humana, no en el universo. No es verdad para las plantas ni para los animales, no es verdad para las estrellas, ni para los árboles, ni para el resto de la naturaleza. Solo es verdad para los seres humanos. Y el conflicto que existe en la mente humana no es realmente entre el bien y el mal.

- El verdadero conflicto en nuestra mente se produce entre la verdad y lo que no es verdad, entre la verdad y las mentiras. El bien y el mal son el resultado de ese conflicto. El resultado de creer en la verdad es la bondad, el amor la felicidad. Cuando vives tu vida en la verdad, te sientes bien y tu vida es maravillosa. El resultado de creer en las mentiras y defenderlas origina lo que tu llamas el mal; el fanatismo. Creer en las mentiras origina toda la injusticia, toda la violencia y el abuso, todo el sufrimiento no solo en la sociedad sino también en los individuos. El universo es tan sencillo como ser o no Ser, pero los seres humanos lo complicamos todo.

domingo, 18 de marzo de 2012

La función del arte



Diego no conocía la mar, El padre, Santiago Kovadloff, lo llevo a descubrirla.

Viajaron al sur.

Ella, la Mar, estaba, más allá de los altos médanos, esperando.

Cuando el niño y  su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, y después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedo mudo de hermosura.

Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:

-¡ayúdame a mirar!

viernes, 16 de marzo de 2012

Los nadies

Los nadies
Eduardo Galeano: el libro de los abrazos.

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pié derecho, o empiecen el año cambiando de escoba. 
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada. 
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, 
muriendo la vida, jodidos, rejodidos: 
Que no son, aunque sean. 
Que no hablan idiomas, sino dialectos. 
Que no profesan religiones, sino supersticiones. 
Que no hacen arte, sino artesanía. 
Que no practican cultura, sino folklore. 
Que no son seres humanos, sino recursos humanos. 
Que no tienen cara, sino brazos. 
Que no tienen nombre, sino número. 
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. 
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Un mensaje para toda la humanidad


Discurso de Charles Chaplin en el gran dictador

Lo siento.
Pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Todos queremos ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos vivir para la felicidad del otro, no para la miseria del otro. No queremos odiarnos ni despreciarnos. 
En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.
Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la indigencia. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco.
Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.
Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos habla de la bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.
Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano.
El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.
Soldados.
No os entreguéis a esos hombres que los desprecian y esclavizan, que regentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir.
Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a esos hombres desnaturalizados, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina.
Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, ¡Vosotros no odiáis¡ . Sólo los que no son amados odian, los que nos aman y los inhumanos.
Soldados.
No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. El el capítulo 17 de San Lucas se lee: "El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres..."
¡Esta en ti!
Vosotros los hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravilosa aventura.
En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Todos a luchar para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia.
Luchemos por el mundo de la razón.
Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.
Soldados.
En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.

jueves, 15 de marzo de 2012

La isla de los 5 faros: Claves de la comunicación



“La Isla de los 5 faros”
Recorrido por las claves de la Comunicación
Ferran Ramon - Cortés



1º Un Único y gran mensaje, completamente relevante:
Los faros dan incansablemente un único mensaje, que repiten con exactitud y generosidad, para que cualquier navegante pueda captarlo desde cualquier punto del mar en cualquier momento de la noche.

Toda comunicación en público, debe apoyarse en una gran idea, una única y gran idea que tiene que recorrerla como una columna vertebral.

Los que escuchan tienen que poder captarla, apreciarla y llevársela a casa, a sus vidas, como un único y gran regalo. Solo así podemos brillar como los faros en la oscuridad de la noche.


2º Contado de forma memorable:

“…Para hacer su función, la luz del faro se debe poder reconocer de entre todas las otras. Tiene que brillar mas y tiene que ser diferente. Tiene que destacar por su fuerza”.

“¿Como lo hacen?: Ocupando un posición estratégica en la costa. Emitiendo una luz de intensidad mucho mas potente que las otras y teniendo una luz diferente que destaca”.

“…Tenemos que conseguir contar las cosas de forma que brillen más, que se destaquen y sobresalgan del resto de mensajes que recibimos constantemente”.



3º Con un lenguaje que conecta

“ Su lenguaje es muy particular, extraordinariamente fácil y tiene
mucho sentido para los navegantes”

“ Hablan un lenguaje que comparten todos sus interlocutores y que conecta fácilmente con ellos”


4º Sabiendo que lo que vale es lo que capta la gente .

“ El faro esta solo, es un solitario. Pero su función toma sentido cuando se
interrelaciona con los navegantes.”

“ No obstante, el faro no cambia nunca los destellos. Nada lo condiciona: Su luz no depende de su estado o de lo que pase a su alrededor”

“ importa la luz que ve el navegante, no la luz que sale del faro. Importa lo que capta la gente, no lo que yo creo que estoy diciendo.

“ Solo si estoy en contacto con mis sentimientos, puedo saber lo que estoy comunicando”

“ Comunicamos lo que sentimos, nada mas que lo que sentimos. Y
lo que sentimos no se puede esconder”

5º Invitar en lugar de convencer. 

“ El faro me proporciona la información, pero también me da la libertad
de tomar mis propias decisiones.

“ Mediante su luz me dicen quienes son y donde están. Anuncian su presencia con fuerza, tenacidad, convicción, pero sin ningún tipo de coacción”

“ Darnos a conocer de la forma mas brillante y seductora posible, pero ofreciendo libertad absoluta para que los demás vengan a nosotros o sigan otro camino”.

“ Solo nuestro entusiasmo, la fuerza de nuestra luz, la magia de nuestros destellos,
consiguen que nos escojan”

“ Comunicar no es arrastra ni empujar, es invitar”


Todo ello ¡tratando de provocar emociones!











El Principe Feliz


El príncipe feliz - Oscar Wilde
[Cuento. Texto completo]

En la parte más alta de la ciudad, sobre una columnita, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz. Estaba toda revestida de madreselva de oro fino. Tenía, a guisa de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en el puño de su espada. Por todo lo cual era muy admirada.
-Es tan hermoso como una veleta -observó uno de los miembros del Concejo que deseaba granjearse una reputación de conocedor en el arte-. Ahora, que no es tan útil -añadió, temiendo que le tomaran por un hombre poco práctico. Y realmente no lo era.
-¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz? -preguntaba una madre cariñosa a su hijito, que pedía la luna-. El Príncipe Feliz no hubiera pensado nunca en pedir nada a voz en grito.
-Me hace dichoso ver que hay en el mundo alguien que es completamente feliz -murmuraba un hombre fracasado, contemplando la estatua maravillosa.
-Verdaderamente parece un ángel -decían los niños hospicianos al salir de la catedral, vestidos con sus soberbias capas escarlatas y sus bonitas chaquetas blancas.
-¿En qué lo conocéis -replicaba el profesor de matemáticas- si no habéis visto uno nunca?
-¡Oh! Los hemos visto en sueños -respondieron los niños.

Y el profesor de matemáticas fruncía las cejas, adoptando un severo aspecto, porque no podía aprobar que unos niños se permitiesen soñar.

Una noche voló una golondrinita sin descanso hacia la ciudad. Seis semanas antes habían partido sus amigas para Egipto; pero ella se quedó atrás. Estaba enamorada del más hermoso de los juncos. Lo encontró al comienzo de la primavera, cuando volaba sobre el río persiguiendo a una gran mariposa amarilla, y su talle esbelto la atrajo de tal modo, que se detuvo para hablarle.
-¿Quieres que te ame? -dijo la Golondrina, que no se andaba nunca con rodeos.
Y el Junco le hizo un profundo saludo.
Entonces la Golondrina revoloteó a su alrededor rozando el agua con sus alas y trazando estelas de plata. Era su manera de hacer la corte. Y así transcurrió todo el verano.
-Es un enamoramiento ridículo -gorjeaban las otras golondrinas-. Ese Junco es un pobretón y tiene realmente demasiada familia.
Y en efecto, el río estaba todo cubierto de juncos.
Cuando llegó el otoño, todas las golondrinas emprendieron el vuelo. Una vez que se fueron sus amigas, sintióse muy sola y empezó a cansarse de su amante.
-No sabe hablar -decía ella-. Y además temo que sea inconstante porque coquetea sin cesar con la brisa.
Y realmente, cuantas veces soplaba la brisa, el Junco multiplicaba sus más graciosas reverencias.
-Veo que es muy casero -murmuraba la Golondrina-. A mí me gustan los viajes. Por lo tanto, al que me ame, le debe gustar viajar conmigo.
-¿Quieres seguirme? -preguntó por último la Golondrina al Junco.
Pero el Junco movió la cabeza. Estaba demasiado atado a su hogar.
-¡Te has burlado de mí! -le gritó la Golondrina-. Me marcho a las Pirámides. ¡Adiós!
Y la Golondrina se fue. Voló durante todo el día y al caer la noche llegó a la ciudad.
-¿Dónde buscaré un abrigo? -se dijo-. Supongo que la ciudad habrá hecho preparativos para recibirme.
Entonces divisó la estatua sobre la columnita.
-Voy a cobijarme allí -gritó- El sitio es bonito. Hay mucho aire fresco.
Y se dejó caer precisamente entre los pies del Príncipe Feliz.
-Tengo una habitación dorada -se dijo quedamente, después de mirar en torno suyo.
Y se dispuso a dormir. Pero al ir a colocar su cabeza bajo el ala, he aquí que le cayó encima una pesada gota de agua.
-¡Qué curioso! -exclamó-. No hay una sola nube en el cielo, las estrellas están claras y brillantes, ¡y sin embargo llueve! El clima del norte de Europa es verdaderamente extraño. Al Junco le gustaba la lluvia; pero en él era puro egoísmo.
Entonces cayó una nueva gota.
-¿Para qué sirve una estatua si no resguarda de la lluvia? -dijo la Golondrina-. Voy a buscar un buen copete de chimenea.
Y se dispuso a volar más lejos. Pero antes de que abriese las alas, cayó una tercera gota. La Golondrina miró hacia arriba y vio... ¡Ah, lo que vio! Los ojos del Príncipe Feliz estaban arrasados de lágrimas, que corrían sobre sus mejillas de oro. Su faz era tan bella a la luz de la luna, que la Golondrinita sintióse llena de piedad.
-¿Quién sois? -dijo.
-Soy el Príncipe Feliz.
-Entonces, ¿por qué lloriqueáis de ese modo? -preguntó la Golondrina-. Me habéis empapado casi.
-Cuando estaba yo vivo y tenía un corazón de hombre -repitió la estatua-, no sabía lo que eran las lágrimas porque vivía en el Palacio de la Despreocupación, en el que no se permite la entrada al dolor. Durante el día jugaba con mis compañeros en el jardín y por la noche bailaba en el gran salón. Alrededor del jardín se alzaba una muralla altísima, pero nunca me preocupó lo que había detrás de ella, pues todo cuanto me rodeaba era hermosísimo. Mis cortesanos me llamaban el Príncipe Feliz y, realmente, era yo feliz, si es que el placer es la felicidad. Así viví y así morí y ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver todas las fealdades y todas las miserias de mi ciudad, y aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar.
«¡Cómo! ¿No es de oro de buena ley?», pensó la Golondrina para sus adentros, pues estaba demasiado bien educada para hacer ninguna observación en voz alta sobre las personas.
-Allí abajo -continuó la estatua con su voz baja y musical-, allí abajo, en una callejuela, hay una pobre vivienda. Una de sus ventanas está abierta y por ella puedo ver a una mujer sentada ante una mesa. Su rostro está enflaquecido y ajado. Tiene las manos hinchadas y enrojecidas, llenas de pinchazos de la aguja, porque es costurera. Borda pasionarias sobre un vestido de raso que debe lucir, en el próximo baile de corte, la más bella de las damas de honor de la Reina. Sobre un lecho, en el rincón del cuarto, yace su hijito enfermo. Tiene fiebre y pide naranjas. Su madre no puede darle más que agua del río. Por eso llora. Golondrina, Golondrinita, ¿no quieres llevarle el rubí del puño de mi espada? Mis pies están sujetos al pedestal, y no me puedo mover.
-Me esperan en Egipto -respondió la Golondrina-. Mis amigas revolotean de aquí para allá sobre el Nilo y charlan con los grandes lotos. Pronto irán a dormir al sepulcro del Gran Rey. El mismo Rey está allí en su caja de madera, envuelto en una tela amarilla y embalsamado con sustancias aromáticas. Tiene una cadena de jade verde pálido alrededor del cuello y sus manos son como unas hojas secas.
-Golondrina, Golondrina, Golondrinita - dijo el Príncipe-, ¿no te quedarás conmigo una noche y serás mi mensajera? ¡Tiene tanta sed el niño y tanta tristeza la madre!

-No creo que me agraden los niños -contestó la Golondrina-. El invierno último, cuando vivía yo a orillas del río, dos muchachos mal educados, los hijos del molinero, no paraban un momento en tirarme piedras. Claro es que no me alcanzaban. Nosotras las golondrinas volamos demasiado bien para eso y además yo pertenezco a una familia célebre por su agilidad; mas, a pesar de todo, era una falta de respeto.
Pero la mirada del Príncipe Feliz era tan triste que la Golondrinita se quedó apenada.
-Mucho frío hace aquí -le dijo-; pero me quedaré una noche con vos y seré vuestra mensajera.
-Gracias, Golondrinita -respondió el Príncipe.
Entonces la Golondrinita arrancó el gran rubí de la espada del Príncipe y, llevándolo en el pico, voló sobre los tejados de la ciudad. Pasó sobre la torre de la catedral, donde había unos ángeles esculpidos en mármol blanco. Pasó sobre el palacio real y oyó la música de baile.
Una bella muchacha apareció en el balcón con su novio.
-¡Qué hermosas son las estrellas -la dijo- y qué poderosa es la fuerza del amor!
-Querría que mi vestido estuviese acabado para el baile oficial -respondió ella-. He mandado bordar en él unas pasionarias ¡pero son tan perezosas las costureras!
Pasó sobre el río y vio los fanales colgados en los mástiles de los barcos. Pasó sobre el gueto y vio a los judíos viejos negociando entre ellos y pesando monedas en balanzas de cobre. Al fin llegó a la pobre vivienda y echó un vistazo dentro. El niño se agitaba febrilmente en su camita y su madre habíase quedado dormida de cansancio.
La Golondrina saltó a la habitación y puso el gran rubí en la mesa, sobre el dedal de la costurera. Luego revoloteó suavemente alrededor del lecho, abanicando con sus alas la cara del niño.
-¡Qué fresco más dulce siento! -murmuró el niño-. Debo estar mejor.
Y cayó en un delicioso sueño.
Entonces la Golondrina se dirigió a todo vuelo hacia el Príncipe Feliz y le contó lo que había hecho.
-Es curioso -observa ella-, pero ahora casi siento calor, y sin embargo, hace mucho frío.
Y la Golondrinita empezó a reflexionar y entonces se durmió. Cuantas veces reflexionaba se dormía. Al despuntar el alba voló hacia el río y tomó un baño.
-¡Notable fenómeno! -exclamó el profesor de ornitología que pasaba por el puente-. ¡Una golondrina en invierno! Y escribió sobre aquel tema una larga carta a un periódico local. Todo el mundo la citó. ¡Estaba plagada de palabras que no se podían comprender!...
 -Esta noche parto para Egipto -se decía la Golondrina.
Y sólo de pensarlo se ponía muy alegre. Visitó todos los monumentos públicos y descansó un gran rato sobre la punta del campanario de la iglesia. Por todas parte adonde iba piaban los gorriones, diciéndose unos a otros:
-¡Qué extranjera más distinguida!
Y esto la llenaba de gozo. Al salir la luna volvió a todo vuelo hacia el Príncipe Feliz.
-¿Tenéis algún encargo para Egipto? -le gritó-. Voy a emprender la marcha.
-Golondrina, Golondrina, Golondrinita -dijo el Príncipe-, ¿no te quedarás otra noche conmigo?
-Me esperan en Egipto -respondió la Golondrina-. Mañana mis amigas volarán hacia la segunda catarata. Allí el hipopótamo se acuesta entre los juncos y el dios Memnón se alza sobre un gran trono de granito. Acecha a las estrellas durante la noche y cuando brilla Venus, lanza un grito de alegría y luego calla. A mediodía, los rojizos leones bajan a beber a la orilla del río. Sus ojos son verdes aguamarinas y sus rugidos más atronadores que los rugidos de la catarata.

-Golondrina, Golondrina, Golondrinita -dijo el Príncipe-, allá abajo, al otro lado de la ciudad, veo a un joven en una buhardilla. Está inclinado sobre una mesa cubierta de papeles y en un vaso a su lado hay un ramo de violetas marchitas. Su pelo es negro y rizoso y sus labios rojos como granos de granada. Tiene unos grandes ojos soñadores. Se esfuerza en terminar una obra para el director del teatro, pero siente demasiado frío para escribir más. No hay fuego ninguno en el aposento y el hambre le ha rendido.
-Me quedaré otra noche con vos -dijo la Golondrina, que tenía realmente buen corazón-. ¿Debo llevarle otro rubí?
-¡Ay! No tengo más rubíes -dijo el Príncipe-. Mis ojos es lo único que me queda. Son unos zafiros extraordinarios traídos de la India hace un millar de años. Arranca uno de ellos y llévaselo. Lo venderá a un joyero, se comprará alimento y combustible y concluirá su obra.
-Amado Príncipe -dijo la Golondrina-, no puedo hacer eso.
Y se puso a llorar.
-¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -dijo el Príncipe-. Haz lo que te pido.
Entonces la Golondrina arrancó el ojo del Príncipe y voló hacia la buhardilla del estudiante. Era fácil penetrar en ella porque había un agujero en el techo. La Golondrina entró por él como una flecha y se encontró en la habitación.
El joven tenía la cabeza hundida en las manos. No oyó el aleteo del pájaro y cuando levantó la cabeza, vio el hermoso zafiro colocado sobre las violetas marchitas.
-Empiezo a ser estimado -exclamó-. Esto proviene de algún rico admirador. Ahora ya puedo terminar la obra.
Y parecía completamente feliz.
Al día siguiente la Golondrina voló hacia el puerto. Descansó sobre el mástil de un gran navío y contempló a los marineros que sacaban enormes cajas de la cala tirando de unos cabos.
-¡Ah, iza! -gritaban a cada caja que llegaba al puente
-¡Me voy a Egipto! -les gritó la Golondrina.

Pero nadie le hizo caso, y al salir la luna, volvió hacia el Príncipe Feliz.
-He venido para deciros adiós -le dijo.
-¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -exclamó el Príncipe-. ¿No te quedarás conmigo una noche más?
-Es invierno -replicó la Golondrina- y pronto estará aquí la nieve glacial. En Egipto calienta el sol sobre las palmeras verdes. Los cocodrilos, acostados en el barro, miran perezosamente a los árboles, a orillas del río. Mis compañeras construyen nidos en el templo de Baalbeck. Las palomas rosadas y blancas las siguen con los ojos y se arrullan. Amado Príncipe, tengo que dejaros, pero no os olvidaré nunca y la primavera próxima os traeré de allá dos bellas piedras preciosas con que sustituir las que disteis. El rubí será más rojo que una rosa roja y el zafiro será tan azul como el océano.
-Allá abajo, en la plazoleta -contestó el Príncipe Feliz-, tiene su puesto una niña vendedora de cerillas. Se le han caído las cerillas al arroyo, estropeándose todas. Su padre le pegará si no lleva algún dinero a casa, y está llorando. No tiene ni medias ni zapatos y lleva la cabecita al descubierto. Arráncame el otro ojo, dáselo y su padre no le pegará.
-Pasaré otra noche con vos -dijo la Golondrina-, pero no puedo arrancaros el ojo porque entonces os quedaríais ciego del todo.
-¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -dijo el Príncipe-. Haz lo que te mando.

Entonces la Golondrina volvió de nuevo hacia el Príncipe y emprendió el vuelo llevándoselo. Se posó sobre el hombro de la vendedorcita de cerillas y deslizó la joya en la palma de su mano.
-¡Qué bonito pedazo de cristal! -exclamó la niña, y corrió a su casa muy alegre.

Entonces la Golondrina volvió de nuevo hacia el Príncipe.
- Ahora estáis ciego. Por eso me quedaré con vos para siempre.
-No, Golondrinita -dijo el pobre Príncipe-. Tienes que ir a Egipto.
-Me quedaré con vos para siempre -dijo la Golondrina.
Y se durmió entre los pies del Príncipe. Al día siguiente se colocó sobre el hombro del Príncipe y le refirió lo que habla visto en países extraños. Le habló de los ibis rojos que se sitúan en largas filas a orillas del Nilo y pescan a picotazos peces de oro; de la esfinge, que es tan vieja como el mundo, vive en el desierto y lo sabe todo; de los mercaderes que caminan lentamente junto a sus camellos, pasando las cuentas de unos rosarios de ámbar en sus manos; del rey de las montañas de la Luna, que es negro como el ébano y que adora un gran bloque de cristal; de la gran serpiente verde que duerme en una palmera y a la cual están encargados de alimentar con pastelitos de miel veinte sacerdotes; y de los pigmeos que navegan por un gran lago sobre anchas hojas aplastadas y están siempre en guerra con las mariposas.
-Querida Golondrinita -dijo el Príncipe-, me cuentas cosas maravillosas, pero más maravilloso aún es lo que soportan los hombres y las mujeres. No hay misterio más grande que la miseria. Vuela por mi ciudad, Golondrinita, y dime lo que veas.
Entonces la Golondrinita voló por la gran ciudad y vio a los ricos que se festejaban en sus magníficos palacios, mientras los mendigos estaban sentados a sus puertas. Voló por los barrios sombríos y vio las pálidas caras de los niños que se morían de hambre, mirando con apatía las calles negras. Bajo los arcos de un puente estaban acostados dos niñitos abrazados uno a otro para calentarse.
-¡Qué hambre tenemos! -decían.
-¡No se puede estar tumbado aquí! -les gritó un guardia.
Y se alejaron bajo la lluvia. Entonces la Golondrina reanudó su vuelo y fue a contar al Príncipe lo que había visto.
-Estoy cubierto de oro fino -dijo el Príncipe-; despréndelo hoja por hoja y dáselo a mis pobres. Los hombres creen siempre que el oro puede hacerlos felices.
Hoja por hoja arrancó la Golondrina el oro fino hasta que el Príncipe Feliz se quedó sin brillo ni belleza. Hoja por hoja lo distribuyó entre los pobres, y las caritas de los niños se tornaron nuevamente sonrosadas y rieron y jugaron por la calle.
-¡Ya tenemos pan! -gritaban.
Entonces llegó la nieve y después de la nieve el hielo. Las calles parecían empedradas de plata por lo que brillaban y relucían. Largos carámbanos, semejantes a puñales de cristal, pendían de los tejados de las casas. Todo el mundo se cubría de pieles y los niños llevaban gorritos rojos y patinaban sobre el hielo. La pobre Golondrina tenía frío, cada vez más frío, pero no quería abandonar al Príncipe: le amaba demasiado para hacerlo. Picoteaba las migas a la puerta del panadero cuando éste no la veía, e intentaba calentarse batiendo las alas. Pero, al fin, sintió que iba a morir. No tuvo fuerzas más que para volar una vez más sobre el hombro del Príncipe.
-¡Adiós, amado Príncipe! -murmuró-. Permitid que os bese la mano.
-Me da mucha alegría que partas por fin para Egipto, Golondrina -dijo el Príncipe-. Has permanecido aquí demasiado tiempo. Pero tienes que besarme en los labios porque te amo.
-No es a Egipto adonde voy a ir -dijo la Golondrina-. Voy a ir a la morada de la Muerte. La Muerte es hermana del Sueño, ¿verdad?

Y besando al Príncipe Feliz en los labios, cayó muerta a sus pies. En el mismo instante sonó un extraño crujido en el interior de la estatua, como si se hubiera roto algo. El hecho es que la coraza de plomo se habla partido en dos. Realmente hacia un frío terrible. A la mañana siguiente, muy temprano, el alcalde se paseaba por la plazoleta con dos concejales de la ciudad. Al pasar junto al pedestal, levantó sus ojos hacia la estatua.
-¡Dios mío! -exclamó-. ¡Qué andrajoso parece el Príncipe Feliz!
-¡Sí, está verdaderamente andrajoso! -dijeron los concejales de la ciudad, que eran siempre de la opinión del alcalde.
Y levantaron ellos mismos la cabeza para mirar la estatua.
-El rubí de su espada se ha caído y ya no tiene ojos, ni es dorado -dijo el alcalde- En resumidas cuentas, que está lo mismo que un pordiosero.
-¡Lo mismo que un pordiosero! -repitieron a coro los concejales.
-Y tiene a sus pies un pájaro muerto -prosiguió el alcalde-. Realmente habrá que promulgar un bando prohibiendo a los pájaros que mueran aquí.
Y el secretario del Ayuntamiento tomó nota para aquella idea. Entonces fue derribada la estatua del Príncipe Feliz.
-¡Al no ser ya bello, de nada sirve! -dijo el profesor de estética de la Universidad.
Entonces fundieron la estatua en un horno y el alcalde reunió al Concejo en sesión para decidir lo que debía hacerse con el metal.
-Podríamos -propuso- hacer otra estatua. La mía, por ejemplo.
-O la mía -dijo cada uno de los concejales.
Y acabaron disputando.
-¡Qué cosa más rara! -dijo el oficial primero de la fundición-. Este corazón de plomo no quiere fundirse en el horno; habrá que tirarlo como desecho. Los fundidores lo arrojaron al montón de basura en que yacía la golondrina muerta.

-Tráeme las dos cosas más preciosas de la ciudad -dijo Dios a uno de sus ángeles.

Y el ángel se llevó el corazón de plomo y el pájaro muerto.

-Has elegido bien -dijo Dios-. En mi jardín del Paraíso este pajarillo cantará eternamente, y en mi ciudad de oro el Príncipe Feliz repetirá mis alabanzas.